El objetivo principal de la misión STS-51L, la cual realizada por el transbordador espacial Challenger era poner en órbita el segundo satélite del Sistema de Seguimiento y Retransmisión de Datos (TDRS), parte de una red de satélites en órbita terrestre geoestacionaria que, una vez completado, permitía comunicaciones casi continuas durante las misiones del transbordador. Su segundo objetivo era colocar el satélite “Spartan-Halley” durante el tercer día de la misión y lo recuperaría dos días después de completar sus observaciones.
La tripulación del Challenger estaba formado por:
- Francis R. (Dick) Scobee: Comandante de la misión.
- Michael J. Smith: Piloto del Challenger
- Judith A. Resnik: Primer especialista de misión
- Ronald E. McNair: Segundo especialista de misión.
- Ellison S. Onizuka: Japones, tercer especialista de misión.
- Gregory B. Jarvis: Especialista manejo de carga útil.
- Christa McAuliffe: La primera maestra en volar al espacio.
Pero, lo que acaparaba más la atención de los medios, y del mundo entero, era que, por primera vez, una persona normal viajaría al espacio, y ese honor recayó en S. Christa McAuliffe, la cual fue elegida dentro de más de 11.000 postulaciones.
Las actividades de la profesora en el espacio serian dos sesiones en vivo previstas para el sexto día de la misión. El primero, titulado «El mayor viaje de Campo» («The Ultimate Field Trip”), buscaba comparar la vida cotidiana a bordo del transbordador espacial y en la Tierra, y el segundo, “¿Adónde vamos, dónde hemos estado, por qué?” (“Where We’re Going, Where We’ve Been, Why?”) buscó explicar la importancia de realizar investigaciones en el espacio. Se iban a filmar varias lecciones más para describir los fenómenos físicos en ingravidez para su posterior distribución.
Lamentablemente, la tripulación del transbordador Challenger, murió trágicamente en una explosión durante el lanzamiento del STS-51L desde el Centro Espacial Kennedy a las 11:40 am., EST (12:40 pm. en Chile), del 28 de enero del 1986. La explosión se produjo a los 73 segundos de vuelo como resultado de una fuga en uno de los dos propulsores de cohetes sólidos que encendió el tanque principal de combustible líquido.
Los miembros de la tripulación del Challenger representaban una muestra representativa de la población estadounidense en términos de raza, género, geografía, origen y religión. La explosión se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes de la década de 1980, cuando miles de millones de personas en todo el mundo vieron el accidente por televisión y simpatizaron con cualquiera de los varios miembros de la tripulación que murieron.
Para honrar a los astronautas perdidos en el accidente del Challenger, así como a los perdidos en el incendio del Apolo 1 y el accidente del Columbia, cada año, a finales de enero, la NASA celebra un Día del Recuerdo. El día permite a los empleados de la NASA reflexionar no sólo sobre las vidas perdidas sino también sobre las circunstancias que llevaron a los accidentes y los cambios resultantes en las operaciones y la cultura de seguridad de la NASA. También es un momento para garantizar que todos hagan todo lo posible para evitar que ocurran futuras tragedias a través de una mayor cultura de seguridad y excelencia.
Imagen: NASA